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Sobre la Beatriz de Dante y la simbología oculta de La divina comedia


Beatrice (1859), por William Dyce

SOBRE LA BEATRIZ DE DANTE Y LA SIMBOLOGÍA OCULTA DE LA DIVINA COMEDIA


   Luego de mi nacimiento, el luminoso cielo había vuelto ya nueve veces al mismo punto, en virtud de su movimiento giratorio, cuando apareció por vez primera ante mis ojos la gloriosa dama de mis pensamientos, a quien muchos llamaban Beatriz, en la ignorancia de cuál era su nombre.


   Aclaración: ayer no pude publicar este artículo debido a que ni siquiera yo supuse su longitud, así que tuve que postergarlo para hoy. Sin más preámbulos, aquí se los dejo. 

   A lo largo de la historia han existido obras artísticas de enorme carga pasional y sentimental que serían imposibles de materializar sin una musa adecuada que las inspire. Reales o idealizadas, las musas poseen un lugar en el arte tan importante como la obra artística en sí; incluso, en ciertas ocasiones, adquieren una importancia mayor que ésta, aunque lo que pase a la historia popular sólo sea lo que el artista engendró a partir de su influencia.
   Una de las musas más enigmáticas de la historia del arte es Beatriz, aquella supuesta mujer que fue la gran inspiración para que Dante Alighieri escribiera su libro La vida nueva, llegando a convertirla posteriormente en una de las protagonistas de su opus magnumLa divina comedia. La existencia de Beatriz está envuelta en misterio debido a las diversas versiones que se han difundido sobre su origen, algunas llegando incluso a atribuir su existencia por completo a la imaginación de Dante. Este es un tema que ha mantenido en discusión a académicos e historiadores de todas las épocas, aunque hoy en día es común que se vincule a la Beatriz de Dante con Beatriz Portinari.
   Beatriz Portinari, también conocida sólo como Bice, fue una dama florentina, hija del acaudalado banquero Folco Portinari, la cual se infiere que nació en 1266 y murió prematuramente en 1290, con sólo veintitrés años de edad. La versión clásica -tal cual exhibida en La vida nueva- indica que Dante encuentra por primera vez a Beatriz a los nueve años y se enamora instantáneamente de ella. Vuelve a encontrársela exactamente nueve años después y su amor se encuentra intacto. Sin embargo, Dante se tiene que resignar a amarla de un modo platónico (en el sentido moderno del término), puesto que Beatriz, como hija de un rico banquero, termina desposando a un hombre de su mismo nivel social, mientras que Dante también tiene una vida familiar con otra mujer. Resulta curioso y fascinante imaginarse la impresión que esos dos encuentros mudos dejaron en Dante para que Beatriz siguiera siendo su gran fuente de inspiración a través de los años. La muerte de su amada pareció reforzar la intensidad de su devoción, que poco después motivó la escritura de La vida nueva.   
   En La vida nueva queda en claro que Beatriz no es para Dante tan sólo un objeto de amor cortés, sino que llega a abarcar lo celestial e infinitoBeatriz significa bienaventurada y he ahí el secreto de la frase que antecede este artículo. Sin embargo, esta idealización desmesurada se ve más claramente en La divina comedia, dónde Beatriz sirve de guía celestial. Dante viaja a través del infierno y el purgatorio acompañado de Virgilio, quién personaliza a la razón, pero al ser profano no puede guiarlo hasta el paraíso. Y es ahí dónde aparece Beatriz, la que desde los cielos descender parece en virtud de un milagro presentada. Y tan amable resulta a quien la mira, que por los ojos da un dulzor al seno que no comprenderá quien no lo sienta. Así son las palabras de Dante, quién además de profesarle amor, parece rendirle sincera pleitesía. Beatriz a través de su belleza e inspiración desciende el paraíso al que pertenece y lleva a Dante ante la visión misma de Dios. Es Beatriz quién motiva todo el viaje espiritual de Dante, es ella la razón por la que debe ser un hombre digno y virtuoso. No es una musa meramente artística, sino que también es una musa espiritual.     
   Ya en la descripción de La divina comedia de Dante que hicimos hace un tiempo atrás (puedes verla y descargar el libro haciendo click aquí) develamos la posibilidad de un vínculo simbólico entre el genial poema y los principios que rigen el hermetismo, entre otras tradiciones iniciáticas. Ha llegado el momento de retomar un poco ese tópico. Para comenzar, se sabe que Dante Alighieri tuvo una iniciación esotérica en la orden Fedeli d'Amore, dónde alcanzó el grado de Gran Maestre. Esta orden, de la cual poco se conoce, se oponía al sistema eclesiástico de la época y quería restituir el cristianismo a su pureza original (la cual es sustancialmente mística y esotérica), buscando el equilibrio y la armonía entre los aspectos masculino y femenino de cada miembro. Antes dijimos que la relación de Dante con Beatriz parece ir más allá del amor cortés: en éste, la mujer era un principio pasivo, objetivo de la conquista caballeresca realizada por el hombre; la Beatriz de Dante es idealizada y exaltada hasta tal punto dónde se transfigura en un principio activo y creador, como el arquetipo del anima originalmente designa. Si bien La divina comedia es una obra ataviada por un lenguaje evidentemente religioso, parece querer expresar algo mucho más elevado.
   La divina comedia está dividida en tres partes (Infierno, Purgatorio y Paraíso), las cuales coinciden con el opus magnum alquímico, el cual describe los distintos procesos que se deben seguir para crear la piedra filosofal:
  1. Nigredo es la primera etapa, análoga al Infierno. El iniciado deberá enfrentarse al mundo material descendiendo al interior de uno mismo con el fin de vencer sus propios pecados y purificarse. Dante recorre los nueve infiernos, superando todas sus faltas.
  2. Albedo es la segunda etapa, análoga al Purgatorio. El iniciado, dejando atrás la influencia del mundo material, ya reconoce su esencia espiritual. En esta etapa se produce la unión de los opuestos para formar el Rebis (el ser hermafrodita que simboliza la unión de lo masculino y femenino). Dante y Beatriz son en este caso las dos caras del Rebis.
  3. Rubedo es la etapa final, análoga al Paraíso. El proceso ha finalizado y la materia se ha transmutado en oro; se ve todo desde las alturas y con la apertura de un ojo interior se ve el entramado total del universo.
   Como si todo esto fuera poco, estas tres partes de La divina comedia se subdividen en treinta y tres cantos; a su vez, las estrofas corresponden a una estructura de tres versos endecasílabos. Y eso no es todo con respecto al treinta y tres: tres veces tres es nueve, nueve son los famosos círculos del infierno, nueve también los cielos; nueve es el número de Beatriz (a los nueve años la conoce, nueve años después la vuelve a ver, el nueve incluso tiene lugar en los sucesos de su misteriosa muerte). El nueve es un número milagroso, puesto que el tres por sí solo lo crea (la santa trinidad, la tres caras del diablo en oposición a ella). Tres son los guías que Dante tiene en su viaje: Virgilio, Beatriz y San Bernardo (inspirador de la Orden del Temple). El numero treinta y tres tiene un ancestral significado oculto (33 son los grados masónicos, a los 33 años murió Jesucristo, etcétera). Además, Dante inicia su viaje un Viernes Santo, coincidente con la muerte de Cristo y su posterior descenso a los infiernos y resurrección. De este modo, se puede entender la estructura de la obra maestra de Dante como un viaje iniciático. La simbología atestigua un camino a través de un sistema esotérico que lo llevará a su propia muerte y a su sagrado renacimiento: metáfora común a todas las corrientes espirituales, puesto que el iniciado debe ''morir'', dejar atrás quién alguna vez fue.
   Dante Alighieri intentó transmitir a través de imágenes y simbolismos profundos lo que entendió por medio de revelaciones espirituales. Sin dudas que este tema da para mucho más, para eso ya sería alargarlo demasiado (si no lo he hecho ya). El viaje iniciático abarca tanto lo espiritual como lo artístico y está inspirado por una musa. Beatriz será inmortal, como lo será lo que su inspiración generó en Dante. Para ya terminar, me gustaría recomendarles la lectura del poema Castitatis Beatrix, del mago y poeta Deucalion. Me quedo con una frase en particular que dejo a modo de final, puesto que no hay luz como la de la inspiración, al lado de ella todo lo demás ha de parecer poco. Hasta el próximo artículo!

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